
Fígaro fue adoptado por Concha. Están juntos desde hace casi 1 año y es la pareja perfecta. Pero Fígaro no siempre ha estado tan bien como ahora.
Fígaro es un galguito muy cantarín, por eso se llama Fígaro. No sé si sabéis que los galgos son muy habladores y muchos llegan a cantar incluso!. El caso es que Fígaro se pasaba. Cada vez que Concha se iba de casa, se quedaba llorando y gimoteando…pero también rompiendo cosas!
Había llegado a sacar la instalación de cableado del ADSL de la entrada de su casa y roto más cables y cojines. Y a las puertas las tenía fritas, se comió las juntas de los cristales de la puerta de la entrada y el resto arañadas. Como muchos perros adoptados, Fígaro tenía APS (ansiedad por separación) y eso de quedarse solo lo llevaba muy muy mal.
Concha nos contó que unos meses atrás, Fígaro había hecho terapia bajo las indicaciones de una persona no profesional que “sabía” de perros. Pero al dejar las pautas, volvió a recaer y esta vez, además de la ansiedad de Fígaro, apareció la frustración y la desesperación de Concha porque veía que no era capaz de ayudar a su perro. La terapia no fue efectiva y volvía a las andadas. Y además lo pasaba muy mal.
Así que revisamos lo que se había hecho y vimos que no era suficiente ni se habían consolidado estados emocionales estables. Por ello, diseñamos una nueva terapia y al cabo de un par de meses dimos el alta a Fígaro totalmente restablecido.
Siempre insistimos que el trabajo y las terapias con los perros deben realizarlas personas profesionales, porque con los perros no se puede “probar a ver si funciona”, porque además de no solucionarlo, el problema puede empeorar.
A día de hoy, Concha y Fígaro disfrutan de una vida sin problemas de ansiedad ni recaídas.