
Otto es un labrador. A Otto le encanta comer. Otto es joven. Otto es algo travieso. Y cuando le llaman, se hace el sueco. Prefiere hacer otras cosas antes que ir a la llamada, como por ejemplo, irse a comer y basurear.
Pero eso era antes. Otto necesitaba trabajar y redirigir la motivación de la comida en la calle hacia el cariño hacia sus dueños para conseguir que al llamarle, Otto acudiera. Y hacer que un labrador renuncie al pan que unos vecinos dejaban a las palomas para ir cuando se le pidiera, creednos, es altamente complicado. Y si hablamos de suculenta comida para gatos, más todavía!!
Con todo y con eso, Otto fue asimilando estructuras de aprendizaje para llegar a entender, ejecutar y querer ejecutar la llamada en obediencia. Porque lo más importante de todo esto, es que Otto quiera venir, tenga voluntad de venir.
La clave de todo estaba en hacer que Otto valorara el refuerzo social de acudir cuando se le llamara más que la comida disponible en la calle. Y es que además, Otto conocía los horarios y lugares donde esa rica comida estaba esperándole, así que cuando coincidía con las salidas a la calle, tenía sus rutinas bien establecidas.
Y lo conseguimos! Conseguimos que Otto entendiera lo que queríamos que hiciera y además lo hacía. En algunas ocasiones con algo de reticencia, pero siendo insistentes y pacientes, conseguimos que Otto renunciara a irse a comer el pan cuando se le llama.
También trabajamos algunas cosas, como rebajar la intensidad en el juego porque Otto jugaba muy fuerte y a veces hasta llegaba a hacer daño al intentar coger los juguetes. También revisamos un pequeño miedo que tenía a bajar del maletero del coche de un salto. Y que paseara sin tirar de la corrrea.
Otto fue creciendo durante nuestro trabajo con él, madurando y haciéndose un perrete bien educado y obediente. Aunque a veces, la comida le llama más y hay que exigirle más! Pero sigue siendo un cachorrón grande, dulce y adorable.